¿Qué es una apostilla?

La apostilla de La Haya (o simplemente apostilla) es un método simplificado de legalización de documentos a efectos de verificar su autenticidad en el ámbito internacional.
Físicamente consiste en una hoja que se agrega a los documentos que la autoridad competente estampa sobre una copia del documento público.

Sirve para que un documento nacional sea reconocido en un país extranjero. En principio, se reconoce en aquellos países que hayan firmado un tratado internacional, conocido como la Convención de la Haya, para disminuir así los trámites necesarios para el reconocimiento de estos en países diferentes al que fue emitido.

22 de julio de 2010

Cónsul Manuel Hernández: "Conseguir que la República Dominicana suscribiera el Convenio de La Haya sobre la Apostilla"

"El Consulado puede estar cayendo, supuestamente, en el delito de estafa continuada: Cada día pueden recaudarse más de 76.000 pesos en concepto de visa de turismo, a sabiendas que no se van a conceder".

La figura del cónsul como quedó explicitado en el artículo anterior sobre el tema, según la definición de la RAE es la Persona autorizada en una población de un Estado extranjero para proteger las personas e intereses de los individuos de la nación que lo nombra. Es diáfano, pues, el papel que tiene encomendado en este caso Manuel Hernández Ruigómez en tanto en cuanto que cónsul General del Reino de España. Por muchas mutaciones que haya sufrido la definición con el transcurso del tiempo, nunca se habrá llegado a otorgar al cónsul, desde el punto de vista legal y formal, el papel de ir en contra de los intereses de los que precisamente tiene el mandato legal de defender: Los españoles.
En una entrevista publicada en Hoy (10 de mayo de 2010) con motivo de su despedida de la República Dominicana, el periodista le pregunta por la experiencia más gratificante y el reto más difícil a lo largo de su carrera profesional.
«La más gratificante ha sido aquí, en Santo Domingo, habiendo convencido a las autoridades dominicanas, junto con el inapreciable concurso de mi vicecónsul, Román Escotado, de la necesidad de que la República Dominicana suscribiera el Convenio de La Haya sobre la Apostilla. Este instrumento internacional exonera a los dominicanos que viajan de tener que legalizar sus documentos oficiales en las distintas oficinas del Estado y en las del país que se visita. Ahora, cualquier documento oficial dominicano apostillado, es válido en la mayor parte de los países. El reto más difícil ha sido también aquí, el de organizar un sistema de citas para las visas, de forma que los usuarios no tengan que pernoctar en las aceras del Consulado desde primeras horas de la madrugada».
Obsérvese con detenimiento la respuesta: «Conseguir que la República Dominicana suscribiera el Convenio de La Haya sobre la Apostilla. Ahora cualquier documento oficial apostillado, es válido en la mayor parte de los países». Un acta de matrimonio de la República Dominicana tiene que ser válido a todos los efectos en el consulado español, No validarlo, seguramente es prevaricación por parte del funcionario que adquiere esa responsabilidad. El Defensor del Pueblo español en funciones (María Luisa Cava de Llano) tiene conocimiento de esta situación. Es otro dato para añadir a la vulneración de la presunción de inocencia que Manuel Hernández Ruigómez se salta a la torera con el orgullo de quien desprecia, aprovechando su posición de dominio, a quien por mandato imperativo tendría que proteger.

En cuanto al reto más difícil, el cuestionado funcionario español, señala el haber organizado el sistema de citas para la obtención del visado. Este tema no afecta para nada a los españoles residentes en la República Dominicana, lo cual no es desempeño primigenio. Podía haber dicho «cuando la catástrofe de Haití comprobamos el registro de españoles y pudimos localizarlos a todos, eso denota que el archivo está bien hecho y actualizado». Pues no, lo importante era encontrar la forma de sacarle el dinero al dominicano que quiere solicitar una visa, para dárselo a una empresa amiga. ¿La telefonista del consulado no podía dar las citas a costo 0?

Cualquier solicitante de una visa tiene que pagar 250 pesos –casi seis euros- por llamar a un número que sólo se puede hacer desde un teléfono residencial que tenga activado el acceso a móviles, lo cual no es ni mucho menos mayoría en los hogares dominicanos. ¿Por qué sustituyó este sistema por el de tarjeta? Algún día lo sabremos.

Sin hacer un concurso público entre las diversas compañías telefónicas que operan en el país, como es preceptivo en España -Ley de Contratos del Estado-, negoció con una y fijó con cuánto dinero se queda ésta por hacer el servicio de recaudación. Hasta ahora no parece que haya sido un trabajo ciertamente muy laborioso y complejo, como no lo resultara la negociación con la telefónica de cómo se repartirían el dinero cobrado por la mano. ¿Mitad y mitad? Algún día se sabrá por qué el Consulado de España le cobra un dinero a quien demanda una gestión para darle una parte importante a una empresa dominicana. Conociendo la manera de funcionar de este país, los actos administrativos sin transparencia dan pie a despertar supuestas susceptibilidades de corrupción. El Defensor del Pueblo en funciones español me consta que tiene conocimiento, al igual que el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación de ésta cuando menos opaca operación.

Para solicitar la visa por turismo hay que pagar, sin derecho a devolución, 60 euros que al cambio son algo más de 3.800 pesos. El Consulado español está negando –hay que reconocer es potestativo- el cien por ciento de las solicitudes, que son del orden de 20 por día. Es imposible que todas las solicitudes incumplan los requisitos. Sin embargo la negativa es total, luego el Consulado puede estar cayendo, supuestamente, en el delito de estafa continuada: Cada día pueden recaudarse más de 76.000 pesos en concepto de visa de turismo, a sabiendas que no se van a conceder. Lo simpático es que niegan el documento y a la vez animan que dentro de tres meses lo vuelvan a intentar, pero no dicen qué parte de la documentación estaba incompleta. Si no es una estafa formal, se lo parece. Tratándose de una dependencia administrativa española, debería evitar todas las suspicacias.

No creo, pues, que nadie se extrañe que haya bramidos en español y también de españoles. En el Consulado, por las mañanas, a eso de las doce y media, se oyen…


Autor: Quini Candela
Fuente: elnuevodiario.com.do

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